25/10/08

Rojo y de San Francisco

"Las paredes de mi celda van cambiando de color, y de rosado pasan a rojo, y de rojo al rojo vino, y de rojo vino a negro brillante... el suelo empieza también a brillar como un espejo, y del techo se desprenden las primeras chispas. Solo dándole brincos me puedo sostener, pero en cuanto vuelvo a apoyar los pies siento que se me achicharran. Doy brincos. Doy brincos. Doy brincos. El verano. Al fin el calor derrite los barrotes de mi celda, y salgo de este horno al rojo, dejando parte de mi cuerpo chamuscado entre los bordes de la ventana, donde el aceite derretido aun reverbera". (Reynaldo Arenas )
Foto dedicada a Begoña Alonso

2 comentarios:

Sleepy dijo...

Cuando mi mente se convierte en una cárcel ardiente como la de Reynaldo Arenas, una cárcel en la que me quemo y me hago daño, cojo un coche como ese y me voy a San Francisco. Sí, Rojo y de San Francisco. Qué buena definición. Prometo estarte agradecida.

Anónimo dijo...

Vaya amplitud, qué sensación...Ahí está todo el poderío americano que se desmorona.